En el Día Internacional del Libro, celebramos no solo la maravilla de la literatura, sino también la riqueza de los paisajes que inspiran nuestras historias. En la literatura española, los huertos de naranjos valencianos fueron un escenario recurrente que evoca belleza, serenidad y nostalgia.
Obras como «Cañas y barro» de Vicente Blasco Ibáñez o «La barraca», también del mismo autor, nos transportan a la vida en un entorno rural marcado por la presencia de los huertos de naranjos. Estas historias exploran las luchas entre terratenientes y jornaleros, así como la belleza y la dureza de la vida en el campo.
En «Aloma» de Mercè Rodoreda, el huerto de naranjos es un refugio y un escape para la protagonista en medio de un entorno familiar complicado. Y en «Nada» de Carmen Laforet, el huerto de naranjos simboliza la esperanza y la naturaleza frente al caos y la opresión.
En este Día Internacional del Libro, celebramos no solo las historias que nos transportan a lugares lejanos, sino también los paisajes que dan vida a esas historias. ¡Feliz día del libro a todos los amantes de la lectura y la naturaleza!